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Un auditor, un asesor, un abogado... y la tecnología

 

Recientemente ha finalizado en Barcelona el Mobile World Congress, donde más de 100.000 visitantes de 208 países han compartido los últimos avances en tecnología y en comunicaciones. Desde luego, lo más llamativo son los cambios en los artículos de consumo, con nuevas prestaciones en los móviles o en los automóviles conectados. Además de esto, muchos otros desarrollos tendrán un impacto muy profundo: cambios tecnológicos de base, avances en comunicaciones 5G, las posibilidades del big data, el internet de las cosas cada edición del Mobile presenta avances cada vez más significativos.
 
Aunque parece que la ley de Moore, que indica que cada dos años se duplica la capacidad de computación por el aumento del número de transistores en los microprocesadores, ha llegado al límite económicamente viable, las prestaciones de la tecnología continúan aumentando de forma exponencial, donde cada nuevo desarrollo parte de progresos anteriores, ya de por si espectaculares. Percibimos el cambio tecnológico directamente como consumidores de productos y servicios cada vez más sofisticados, con aplicaciones que rápidamente pasan a formar parte de nuestra vida cotidiana, pero son los avances en tecnología de base, muchas veces comprensibles solo por los ingenieros más especializados, los que permiten que posteriormente se produzcan aplicaciones extraordinariamente novedosas.
 
Es un hecho que los constantes progresos de la tecnología de los sistemas de información y las comunicaciones impactan en todas las empresas. No solo en las que la tecnología es la base de actuación de la compañía, también impactan en aquellas empresas que incorporan esa tecnología para su organización interna, que forma parte de sus productos o servicios, o que es indispensable como elemento esencial para contactar y comunicarse con sus clientes.
 
También los auditores, fiscalistas, abogados y otros profesionales que prestan servicios a las empresas tienen que reaccionar frente a los avances tecnológicos. Deben estar al día de esos avances y familiarizarse con ellos. Y es que el entorno tecnológico relativo al ejercicio profesional está cambiando profundamente.
 
Existen tres ámbitos en relación a la tecnología a los que estos perfiles profesionales mencionados anteriormente -y por extensión las firmas de servicios profesionales- han de prestar atención. En primer lugar, los aspectos relativos a las comunicaciones. Una adecuada infraestructura de telecomunicaciones ha de permitir prestaciones tales como nuestro acceso ágil a bases de datos, tanto de terceros como de clientes, la conectividad de los clientes a nuestros equipos, el acceso a internet y a redes sociales. Las comunicaciones son un instrumento básico para considerar elementos tan relevantes como las soluciones cloud o el teletrabajo.
 
En segundo lugar, hay que prestar mucha atención a las herramientas vinculadas directamente con la prestación de los servicios a los clientes. Desde programas de ayuda a la auditoría o a la preparación de cuentas anuales e impuestos, hasta herramientas para la contabilización automática de documentos, repositorios de bases de datos o de formularios, etc. Muchas empresas desarrollan soluciones orientadas a facilitar el trabajo a los despachos profesionales y, cada vez más, compañías nacionales e internacionales ofrecen productos novedosos especialmente dirigidos a estos profesionales.
 
En tercer lugar, estarían las soluciones que facilitan la gestión interna de la firma o despacho: gestión documental, control de expedientes y clientes, CRM (Costumer Relationship Management), ERP (Enterprise Resource Planning), business intelligence, en definitiva, herramientas que facilitan una gestión interna más ágil y que nos ayudan a disponer de información útil para la toma de decisiones.
 
Está claro que hay multitud de soluciones que requieren una atención y actualización constante por parte de los profesionales y las firmas. Todo cambia muy rápidamente, con la aparición de nuevos productos que dejan obsoletos los anteriores. Lo único permanente es el cambio.
 
En ocasiones vemos profesionales encantados con las prestaciones del último dispositivo de uso personal, con el que disfrutan descubriendo nuevas aplicaciones, pero que en la firma continúan mantenido estructuras tecnológicamente obsoletas. Esto se suele argumentar -o excusar- haciendo referencia al coste, o a veces indicando que los servicios que se prestan, o que lo que valoran los clientes, son elementos ajenos a la necesidad de la tecnología.
 
Viendo como los avances tecnológicos nos afectan tan profundamente y en tantas actividades, es difícil sostener que los auditores, asesores y abogados podamos vivir de espaldas a los cambios.
 
Ciertamente decidir las soluciones tecnológicas adecuadas en cada momento para un despacho profesional implica tiempo y esfuerzo. Pero sobretodo, una actitud mental. Para los socios o directivos significa moverse en un ámbito en el que no son expertos y, por consiguiente, con incertidumbre, inseguridad y la incomodidad de tener que entrar y adaptarse a nuevas metodologías y formas de trabajo.
 
La incorporación de tecnología en este tipo de compañías ?como en otras- es una cuestión estratégica. Por ello, a pesar de todas las dificultades, no podemos permanecer ajenos al cambio tecnológico. Seguramente, las soluciones de hoy no serán válidas en futuro próximo, pero nos servirán de base para estar más preparados para adaptarnos a los nuevos entornos, que aquellos competidores que vivan más alejados de las soluciones disponibles.
 
En definitiva, es necesario mantenernos al día. No se trata de volvernos unos locos tecnológicos, incorporando a nuestra organización lo último que está apareciendo en el mercado, pero tampoco mantenernos anquilosados como los que defendían el fax como el progreso definitivo en comunicaciones. Una última recomendación: constituyamos un grupo que valore las alternativas tecnológicas aplicables a los distintos ámbitos de nuestro entorno de trabajo profesional, sean de comunicaciones, relativas a la prestación de servicios o de organización internas, e incorporemos a ese grupo, además de a socios o gerentes, a algún junior. Las soluciones que nos pueden parecer complicadas a nosotros, seguramente serán consideradas por los millennials como intuitivas y amigables.
 
 
Antoni Gómez es vicepresidente de Auren y miembro del SMP de IFAC.

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