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Papá, ¿por qué somos auditores?
 
Echo la vista atrás para tratar de analizar la evolución que ha tenido la profesión de auditoría en las últimas dos décadas, y me viene a la memoria aquél anuncio publicitario en el que un hijo preguntaba a su padre por los motivos que les hacían ser incondicionales de un equipo de fútbol, a pesar de que dicho equipo se caracterizaba por generar continuas desilusiones y expectativas frustradas a sus seguidores.
 
Y es que, esta profesión ha sufrido un importante proceso de transformación como consecuencia, entre otros factores, de presiones que se vienen ejerciendo de la mayor parte de los agentes que interactúan con su actividad, las cuales están desembocando, tanto en un desgaste reputacional de la figura del auditor, como en el deterioro hasta límites insoportables de las condiciones en las que el auditor desarrolla su trabajo. Por un lado, podríamos considerar la presión del propio mercado de la auditoría de cuentas, el cual se ha visto fuertemente castigado por la crisis internacional.
 
Con esto, no me quiero referir a la pérdida de clientes que se viene produciendo debido a que muchas empresas han dejado de cumplir con los límites legalmente establecidos para la obligación de auditarse, ni a la fuerte caída de precios derivada de los planes de reducción de costes que las empresas han necesitado acometer. Estos efectos de la crisis no dejan de ser similares a los que están sufriendo todas las empresas de servicios y, por supuesto, el sector de la auditoría y el desarrollo del trabajo del auditor no iba a quedar inmune a ella. Sin embargo, sí quiero incidir en alguna de las segundas derivadas que se han producido y que afectan directamente al desarrollo del trabajo del auditor.
 
En particular, someto a su análisis la cuestión de cómo se pueden digerir los mencionados impactos de la crisis económica, si los mismos coinciden exactamente en el tiempo, entre otros muchos, con los aspectos que voy relacionando a continuación. Desde el inicio de la crisis se vienen produciendo numerosos escándalos empresariales con el denominador común del fraude, donde el auditor pasa directamente a un primer plano del foco de atención pública y jurídica, dándole en ocasiones mas importancia, incluso, que a los propios defraudadores. 
 
La auditoría de cuentas no está diseñada para detectar fraudes. Durante el desarrollo del trabajo del auditor de cuentas presenta una especial complejidad detectar fraude, y más aún si el fraude se orquesta de forma institucional dentro de una empresa. Es por ello que la normativa nacional e internacional que regula el trabajo del auditor presta especial atención al desarrollo de los procedimientos de auditoría a realizar en relación con este riesgo inherente al trabajo del auditor de cuentas, y limita la responsabilidad del auditor que, por consiguiente, en contra de lo que suele entenderse, queda limitada exclusivamente al cumplimiento de dicha normativa en el desarrollo de su trabajo. 
 
En este escenario, desde el ejercicio 2008 el auditor de cuentas se ha visto obligado a incrementar de forma muy notable, tanto los procedimientos de auditoría planificados, como el grado de escepticismo profesional con el que se desarrolla el trabajo de inicio a fin. Sumemos también la paradoja de que, con carácter general, los planes de reducción de costes que aprueban las empresas conllevan, además de la comentada reducción de honorarios del auditor, un importante recorte del presupuesto destinado a los departamentos encargados del control y generación de la información financiera de las sociedades. 
 
Además, estas medidas se han tomado en momentos donde, por motivos varios, la dirección de las sociedades necesita presentar su información financiera auditada en fechas cada vez más tempranas y la complejidad técnica del cierre contable se incrementa exponencialmente. Ante esta situación, la dirección de las sociedades tienden a demandar de sus auditores una colaboración mayor con sus departamentos administrativos financieros que, ya mermados de recursos, encuentran muchas dificultades para cumplir en tiempo y en forma con las necesidades de la empresa. Añadan la presión motivada por aspectos regulatorios. 
 
Por un lado, los reguladores nacionales e internacionales, como si pareciesen empeñados en señalar al auditor como culpable de todos los escándalos empresariales de los últimos tiempos, vienen modificando de forma continuada la legislación que regula la profesión de la auditoría de cuentas. Entre las modificaciones legislativas se encuentra la ampliación de forma muy relevante de las obligaciones sobre los procedimientos de control interno que el auditor tiene que tener implantados en sus firmas, lo que obliga a incrementar de forma sustancial los recursos destinados, entre otros, a los departamentos de riesgo y control de calidad. 
 
Destaca también en las modificaciones legislativas la obsesión del regulador por medir de forma cuantitativa el grado de independencia e integridad del auditor y las firmas de auditoría, en relación con la prestación de servicios distintos a los de auditoría. Claramente el auditor no solo debe ser independiente en el desarrollo de su actividad sino también debe parecerlo, y no cabe duda que existen determinados servicios que podrían poner en riesgo la independencia del auditor en caso de prestarse a un cliente auditado, si bien, quizá resulte excesivo el intentar medir dicha independencia en función de una fórmula matemática en la que intervengan los honorarios de auditoría y los honorarios de otros servicios prestados. 
 
Pero es que, además, el análisis de independencia se tiene que realizar teniendo en cuenta las llamadas “extensiones”, en función de las cuales el auditor queda obligado a evaluar las posibles amenazas a su independencia como consecuencia de servicios que pudieran prestar sociedades vinculadas al auditor, incluyendo las pertenecientes a su red de auditoría en cualquier país del mundo, tanto a la sociedad auditada, como a cualquier sociedad vinculada a la sociedad auditada, también en cualquier parte del mundo. 
 
¿Pueden imaginarse los procedimientos de control, y los correspondientes recursos necesarios, que de forma obligatoria tienen que implantar los auditores para analizar estas posibles amenazas a su independencia?. 
 
Qué decir de las modificaciones que prácticamente de forma anual se producen en la normativa de información financiera que resulta de aplicación a las empresas, principalmente en las Normas Internacionales de Información Financiera, y los cambios legislativos que continuamente experimenta el resto de legislación mercantil. Esta complejidad técnica obliga a las firmas de auditoría a destinar importantes recursos a departamentos técnicos y de formación que permitan dar respuesta en tiempo y forma a las necesidades tanto de los clientes como de los equipos de trabajo de auditoría. Tras estas reflexiones parece comprensible que, como aquel niño preguntaba a su padre, nos planteemos de forma trascendental el por qué seguimos trabajando en esta profesión. 
 
Pues bien, cada vez que lo hago, imagino que pasaría si no se llevara a cabo la labor del auditor de cuentas. De los auditores únicamente se tiene noticias cuando se pone de manifiesto algún escándalo o irregularidad. Sin embargo, eso no es óbice para valorar que en la inmensa mayoría de los casos en que se emite un informe de auditoría en cualquier parte del mundo, dicho informe está ciertamente respaldando la fiabilidad de la información financiera sobre la que se emite, con el innegable valor de servicio público que ello conlleva para los usuarios de la información financiera a la hora de la toma de decisiones. 
 
Al igual que en ocurría en el anuncio publicitario, me temo que ni yo ni muchos de los que trabajamos en esta profesión podríamos llegar a una conclusión contundente de los motivos por los que seguimos siendo auditores si bien, en estos tiempos tan complicados para la profesión, al menos nosotros nos tenemos que sentirnos orgullosos de serlo.
 
Francisco Giménez, Director de Auditoría de BDO Auditores, S.L.P. y miembro de la Comisión de Independencia del ICJCE.
 
Consulte el artículo en el blog Coordenadas de BDO.

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