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"La sociedad percibe al auditor como garante independiente de la integridad y fiabilidad de la información que presentan las empresas e instituciones"

 

Noviembre de 2017.

 
El próximo jueves 30 de noviembre tendrá lugar una nueva edición del “Dia de l’Auditor” que organiza anualmente el Col·legi de Censors Jurats de Comptes de Catalunya. Este encuentro profesional tiene siempre lugar en algún espacio emblemático de la ciudad de Barcelona. Este año se celebrará en el remodelado recinto modernista del antiguo Hospital de Sant Pau.
 
En la siguiente entrevista, el presidente del Col·legi Daniel Faura nos explica el sentido de esta jornada y hace también un repaso a los 8 años de su mandato que finaliza el próximo mes de febrero.
 
¿Cuál es sentido de celebrar el “Dia de l’Auditor”?
 
De forma habitual y recurrente, el Col·legi organiza las sesiones programadas de formación para la actualización de normativa y conocimiento, a través de la Escuela de Auditoría. También durante el año celebramos jornadas profesionales sectoriales, así como el encuentro estrella consolidado del Fòrum del Auditor. En todos ellos el contenido es fundamentalmente técnico y de actualidad económica.
 
El Día del Auditor tiene otro enfoque. Es una jornada festiva que se propone conmemorar anualmente de forma simbólica el sano orgullo, la satisfacción de pertenecer a una profesión tan relevante para la sociedad por su contribución a aportar mayor fiabilidad, seguridad, integridad y confianza en la información que gestionan empresas e instituciones. Y para celebrarlo, la profesión se proyecta fuera de nuestro entorno habitual y conectamos con el tejido sociocultural, escogiendo año tras año escenarios distintos: museos, universidades, teatros, auditorios, y espacios emblemáticos de la ciudad, como este año en el remodelado recinto modernista del antiguo Hospital de Sant Pau, obra del arquitecto Lluís Domènech i Montaner.
 
Esta celebración incluye conferencias de temas culturales y científicos, reconocimientos a futuras generaciones de auditores y a auditores ya consolidados, a entidades que destacan por prácticas de transparencia, y también se otorgan ayudas a la cooperación.
 
¿Qué balance hace de sus 8 años al frente del CCJCC?
 
El mandato electoral de los ocho años que he tenido el honor de presidir la entidad no partía de cero. Desde su creación en 1995, el Col·legi viene manteniendo una continuidad en sus órganos electos que ha permitido consolidar sus actividades y sus realizaciones de forma evolutiva y compartida. En todo caso, con las prioridades, matices y acentos que las personas y los distintos equipos formados han ido perfilando.
 
Las actuaciones realizadas se han centrado en cuatro grandes objetivos: identificar nuevas oportunidades de desarrollo para los auditores; consolidar el Col·legi como referente de la actividad de auditoría en Cataluña; proyectar la función de los auditores y del colegio a la sociedad; y avanzar en la excelencia de los servicios directos prestados a los colegiados.
 
Daniel Faura
En todos estos aspectos creo que el proceso de consolidación y avance ha sido notable, y todo ello gracias a la combinación de un equipo cohesionado de electos impulsadores, participativos, y a la profesionalidad, compromiso y motivación de los órganos ejecutivos, técnicos y administrativos de la entidad.
 
 
Su mandato ha coincidido con los años más duros de la reciente crisis económica. ¿Cómo ha cambiado la profesión en estos años?
 
Si nos atenemos a la información publicada por el ICAC referida a la actividad de Auditoría, los datos comparados en el período constatan cierta fluctuación en la actividad que no tiene correlación con la ingente desaparición de empresas en el mismo período, que se cuenta por decenas de miles. Así, mientras en el 2006 la facturación del sector en España fue de 579M € y alcanzó su punto álgido en el 2008 -ya en plena crisis- donde alcanzó los 760M €, fue decreciente hasta 2015 con 634M €, pero en 2016 ha empezado el cambio de signo, creciendo de nuevo un 3%. Siguen contratándose en España muchas auditorías voluntarias, cercanas a las 20.000, lo que confirma el aprecio del mercado por el valor aportado por el auditor, que da seguridad y añade fiabilidad a la información que audita.
 
Un cambio importante en el sector es el crecimiento de la multidisciplinariedad en las actividades de las firmas de Auditoría, lo que ha comportado que sin perder significativamente volumen de facturación de Auditoria, esta actividad tenga un peso bastante inferior al 50% en el conjunto de sus ingresos totales. Esto viene reclamando a la profesión una serie de actuaciones prioritarias: velar por el cumplimiento de unas normas de independencia cada vez más rigurosas y restrictivas; la exigencia de conocimientos multisectoriales; anticiparse a los cambios tecnológicos disruptivos; o la creación de estructuras profesionales más complejas y de dimensiones más competitivas, lo que entre otros efectos supondrá la practica desaparición de los auditores individuales, que en la última información publicada superaban ligeramente el 2% del total facturado por el sector, y que exige al mismo tiempo procesos de fusión y colaboración entre firmas.
 
En una época de profundos cambios tecnológicos, ¿cómo cree que afectará la tecnología a la actividad auditora? ¿Qué nuevos retos cree que se le presentan a la profesión ante estos cambios tecnológicos y las nuevas exigencias normativas?
 
Como el resto de la sociedad, nuestra profesión no va a quedar al margen de los efectos disruptivos de los cambios tecnológicos que ya conocemos y los que de manera exponencial van surgiendo. En un mundo dominado por la inmediatez, de total transparencia de transacciones, con procesos de validación incorporados, la profesión del futuro va a ser diferente tanto en cuanto a metodologías como a la propia naturaleza de la demanda y las expectativas sobre cuál es el rol y los ámbitos de actuación del auditor.
 
La inteligencia artificial, la digitalización o el blockchain sugieren el comienzo de un largo viaje en el que todo va a cambiar profundamente, cambios emergentes que entrañan riesgos pero también muchas oportunidades. Cambiarán los procesos, los sistemas de información, los métodos, los modelos de negocio, la propia gobernanza de las empresas e instituciones… y es aquí donde, como en otros períodos de la historia, la profesión deberá anticiparse, aprovechar estas nuevas oportunidades que ofrece la tecnología y focalizarse en aquellos aspectos donde el profesional puede aportar valor, en beneficio de las empresas, instituciones, su gobernanza y la propia sociedad.

Usted ha insistido siempre en la necesaria rendición de cuentas por parte del sector público y, en definitiva, en el imperativo de la transparencia. ¿Queda camino por recorrer en esta materia?
 
Daniel Faura
Efectivamente, desde que se aprobó la primera Ley de Auditoría, el año 1988, nuestra reiterada petición era que se equiparara el sector público al privado y se estableciera la obligación de auditoría anual independiente, también para el sector público. Cierto es que el sector público está sometido a control interno por parte de los órganos de intervención, y al control externo que compete al Tribunal de Cuentas y Órganos de Control externo autonómicos. Control externo que se realizan con profundidad y extensión sobre cuentas del Estado y Comunidades Autónomas, y de forma poco relevante en términos de verificación y auditoria sobre los más de 8.100 municipios españoles.
 
Finalmente, gracias al reciente RD 424/2017, que regula el régimen jurídico del control interno del sector público local, la Auditoría ha entrado ya a formar parte de la estructura normalizada de control del sector público local, los ayuntamientos y sus organismos vinculados, sean administrativos, o empresariales. No era la propuesta que los auditores veníamos hace años reclamando: el RD atribuye la competencia del control financiero a los interventores, que deberán realizar auditorías públicas bajo la normativa aprobada por la IGAE, siendo el primer ejercicio a auditar el cerrado a partir de 1/1/2019. Nuestra propuesta se inspiraba en el modelo de la Audit Comission británica, en el que un órgano funcional y orgánicamente independiente fija el alcance y objetivos de la auditoría, asigna presupuesto y contrata bajo su supervisión a firmas auditoras especializadas externas la ejecución de las auditorías de los municipios y sus órganos mediante concursos públicos.
 
No obstante, todas las iniciativas que contribuyan a la mejora de la transparencia y al fortalecimiento del proceso de rendición de cuentas en la gestión de los recursos públicos deben ser bienvenidas, y además en la citada normativa se prevé que dada la amplitud, la extensión y la profundidad de los controles requeridos, los órganos interventores podrán contratar a firmas auditoras privadas.
 
Con la perspectiva de su trayectoria profesional ¿Cuál cree que es la imagen social del auditor en España? ¿Cree que ha mejorado?
 
La profunda y dilatada crisis económica y financiera vivida durante los últimos 10 años a nivel global, el escándalo mediático provocado por extendidos episodios de corrupción o los no menos presentes fenómenos de fraude en las empresas son fenómenos que han merecido reflexiones, reacciones y respuestas por parte de todos los grupos de interés y también por parte de los órganos reguladores a nivel mundial, europeo y de cada país. Las reformas planteadas -la mayoría ya aprobadas- han estado enfocadas a la mejora y regulación de aspectos relacionados con la transparencia, la responsabilidad, la supervisión, y la prevención y gestión de crisis.
 
Un aspecto muy relevante que hemos observado estos últimos años es la necesidad de comunicar mejor cuál es el alcance de nuestro trabajo, dónde empieza y acaba nuestra responsabilidad, qué procedimientos aplicamos… aspectos que han merecido buena parte de las novedades introducidas en los nuevos modelos de Informe que ya han entrado en vigor. También el enfatizar que nuestra misión en el ámbito económico-financiero es inicialmente preventiva, pudiendo asumir otros alcances que requerirían otro tipo de actuaciones con mayor profundidad, y con la aplicación de técnicas multidisciplinares, como en los trabajos de forensic, periciales, compliance, informes integrados y otros.
 
Daniel Faura
Creo que la sociedad percibe al auditor como garante independiente de la integridad y fiabilidad de la información que elaboran y presentan las empresas e instituciones. Una buena prueba de ello es que de los 60.000 Informes de auditoría que se realizan cada año, cerca de 20.000 son de carácter voluntario.
 
Diríjase finalmente a las generaciones más jóvenes: ¿qué les ofrece la profesión que ha ejercido y a la que representa como presidente del Col·legi?
 
La Auditoría sigue siendo la principal salida profesional para los recién graduados universitarios. Los últimos años las firmas auditoras han seguido incorporando a más de 2.000 recién graduados anualmente. Se ha ampliado además la formación básica requerida, que si hace unos años era fundamentalmente procedente de las facultades que imparten materias de economía y empresa, hoy se requieren perfiles mucho más pluridisciplinares, con mayor incidencia en los tecnológicos.
 
La Auditoría es una gran oportunidad profesional para los profesionales más jóvenes, por diversas razones: conocimiento de diferentes sectores productivos, desarrollo de habilidades relacionales, una exigible formación permanente, potenciación del trabajo en equipo… Todo ello faculta al joven profesional tanto para acceder a un plan de carrera en la propia firma auditora en la que inició su experiencia profesional, como el acceso a puestos directivos de empresas e instituciones.

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